…y entonces empezó a sospechar que lo que lo petaba de verdad como salida laboral, era hacerse especialista en producir gases de efecto invernadero con cargo al erario público. Sin demasiado esfuerzo, eso sí: CO2 al exhalar, y metano y otros gases al tocar la Marsellesa a pedos a la hora del café. Una cosa corriente.

(Extracto de mi nueva novela político-erótica «¡Oh, sí! ¡Finánciame duramente la pedrá, que siento como una opresión aquí».)