Hoy es uno de esos días en los que toca escribir acerca de decisiones tan duras como inevitables.

Se ha ido Lucas. En total calma, lleno de paz y con los suyos al lado. ERES y SERÁS el perrete de esta casa hasta el fin de nuestros días. Han sido más de dieciséis años de amor absoluto, y sabemos que es imposible que unos simples humanos podamos corresponderte al mismo nivel. Pero también somos conscientes de que tú lo sabes, porque viniste a enseñarnos acerca de todo lo que importa. Porque los perretes sólo os centráis en lo que cuenta y venís al mundo con una misión de vida que nadie os tiene que explicar. Y la tuya la has cumplido con honores.

Ahora has dejado de ser el abuelito perro y vuelves a ser el cachorro lleno de vida que siempre fuiste. Espéranos en el cielo de los perros. Juega, salta, y ládranos de vez en cuando para que sepamos por qué nube andas correteando. Desde lo más hondo del alma, tu familia te da las gracias por tanto.

Me niego a cantarle al vacío que dejas, porque aunque el duelo es algo que ahora nos toca elaborar, sabemos que pronto se va a ver colmado por el amor infinito, los recuerdos y los momentos vividos. Y eso lo llena todo.

A la vida le doy las gracias por haberte traído hasta aquí, por habernos dado el coraje de hacer lo correcto y por otorgarte tanta paz en el momento de cruzar la linea. Gracias mil veces.

Ni siquiera sé si soy capaz de hilvanar mínimamente unas palabras que se aproximen a lo que mereces. El resto ya te lo he dicho al oído cuando caminabas en paz hacia ese lado de la frontera.

Ahora que estás con ellos, juega con todos los perrinos y con el resto de los seres queridos que formaron parte de nuestra vida. Gracias por la bendición infinita de habernos elegido. Y si nos ves llorar, no te preocupes. Es algo que ahora nos hace falta para hacerle sitio al tesoro que nos dejas.

LUCAS

4 de febrero de 2008

26 de junio de 2024