Dobló la esquina en la Calle del Doctor Mengele, que se había librado de la nueva nomenclatura porque la comisión de la Memoria Histórica pensó que tratándose de un médico, debía ser buen muchacho. Fue en aquel preciso instante cuando avistó el primer engendro, balanceandose parsimoniosamente en su correspondiente cruz farolera. «Vota Plataforma Calzoncillista. ¡Que no te dejen con el culo al aire!» Todo ello acompañado por una foto del candidato haciendo un simbólico calvo a los posibles votantes. La tensión arterial de Ataúlfo empezaba a estar alta y descompensada.
Dos manzanas más allá, el «Foro Ciudadano Populista y de las JONS» lanzaba su eslógan en un modesto cartel pegado con cinta aislante: «Vota FCP y pásatelo todo por el Foro de los testículos». Era un partido de escaso presupuesto. De hecho, el cartel estaba impreso en el reverso de un Tetrabrik de Don Simón.
A la altura de Marqués del Piporro esquina con Princesa del Pueblo, una furgonetilla llena de pegatinas y carteles con dos altavoces estridentes en el techo lanzaba a los cuatro vientos en Dolby Surround una cancioncilla tipo Leonardo Dantés que decía:
«Habla pueblo habla, habla fuerte y claro.
Habla pueblo habla, pero en la cola del paro».
Sinceros estos muchachos de la «Junta Poltronera Apalanquista». De hecho, en sus carteles ni siquiera salía el candidato porque se había dormido el día de hacer la foto y por eso al final habían puesto un dibujo de Pikachu mirando al horizonte en un alarde de improvisación y resolutividad del que se sentían orgullosos.
A dos manzanas, justo en la boca de metro de San Emeterio Mártir , un corrillo escuchaba las soflamas electorales del «Partido Fascista-Leninista-Pensamiento de Mao Tse Tung» (más conocido como «PFLPMTT»), formado por tránsfugas de diversos sectores del pensamiento político, todos ellos a tratamiento psiquiátrico. De hecho su anagrama estaba formado por una hoz, una motosierra rampante y un águila imperial tuerta con gorro de lana. Lo mejor de todo es que repartían chapas de David Bisbal con la camiseta de Nocilla. El mayor prodigio de la mercadotecnia desde la invención del supositorio de sabores.
La pesadilla aún no había terminado. Ataúlfo bajó las escaleras del metro, pasó su abono por el lector, y nada más pasar el torno se topó de bruces con un enorme anuncio que rezaba: «Por un mundo Hacendado, ¡¡VOTA MERCADONA!!»
Ataúlfo se tomó las constantes vitales, comprobando que padecía una ligera taquicardia que se vio agravada cuando le asaltaron dos militantes del «Partido Pijiprogre te lo Juro» que repartían panfletos impresos en bolsas recicladas de Armani y Prada.
Cuando recuperó el sentido se vio tirado en el suelo, mientras un sonriente médico del SAMUR le tranquilizaba diciéndole que había sufrido una ligera lipotimia.
Ataúlfo comprendió entonces que tal vez lo del Hacendado no era mala idea…
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