Hoy hace 20 años que perdí a mi madre de la peor forma posible. Después hubo más mazazos, pero terminaron bien, o fueron eso que llamamos «ley de vida». En esta última categoría encaja la marcha de mi padre hace 15 años. Cogido de mi mano, tranquilo, y sin sufrir. Aquel día entendí de qué iba eso de «la buena muerte». Ese fue el regalo que me concedió la vida para que pudiera ponerlo en contexto comparado con el horror de aquella tarde del 28 de agosto de 2004.
Estas cosas no van de «superar», van de aprender a convivir con ellas de forma sana.
«Superar». No puede haber nada más necio. ¿Desde cuando es posible «superar» semejantes cataclismos? No, no se superan. Se asimilan, se sanan y se integran en tu vida en forma de aprendizaje. Y sabes que eso es así cuando puedes hablar de ello de forma serena y sin dramas. Pocas cosas tengo claras, pero esa es una de ellas. Lo demás, son humos que me niego a comprar.
Por eso, cuando entro en los bucles ridículos de nuestros problemas del primer mundo (que los hay), pienso en lo ocurrido hace 20 años y en lo que es conocer de primera mano el significado de llorar a gritos hasta desgañitarse. Vino días después, pero vino. Hay cosas que, si se estancan, desbordan por las bravas.
Mamá, aquí seguimos. Viviendo, aprendiendo y procurando mirar exclusivamente al ahora, que es lo único, aparte de la muerte, que tenemos seguro.
Dadle muchos mimos a nuestro perrín Lucas, y decidle que tenga paciencia. Solo hace dos meses que se fue, y sigue doliendo mucho.
Y aunque lo sabe, dile a papá que sigo escribiendo y cada día reconozco en mí más cosas suyas, empezando por su humor. Hoy no es que tenga mucho, pero escribiendo esto sé que para mañana lo tendré a mi disposición de nuevo. Como queda dicho, no conviene que las cosas se estanquen. Y escribir es la bendita herramienta que de tantas cosas me salva. Si quieres calma, toca querer también a la tormenta. Y no hay más.
Exactamente en un mes se casa vuestro nieto, nuestro hijo. Pero no me paro en lamentar que ya no estáis para poder verlo, porque no tengo dudas de que lo vais a disfrutar en primera línea.
Hoy y siempre, muchos besos.