El lenguaje en redes sociales, es una fuente inagotable para expresar de todas las formas posibles unos pocos conceptos que se repiten como bocata de chorizo, ajo y pepino.

-Tengo el título de localcoño máster del universo, y por eso lo digo a berridas con un megáfono. No vaya a ser que alguien que viva en la Vía Láctea y alrededores no se haya percatado todavía.

-Soy incapaz de hilvanar cinco palabras con sentido y sin faltas de ortografía. No he leído ni el manual que me dieron en la autoescuela, y ando de comprensión lectora como un reguetonero de armonía y contrapunto. Pero os doy clases de to lo que hay en el universo. ¡Jo, cómo molo, y cuánta razón tengo!

-Antes, nadie en mi entorno me hacía casito. Ahora, gracias a las redes, NADIE EN EL UNIVERSO me hace casito. ¡HE TRIUNFAO!

-Subiré otro autorretrato más, con la vana esperanza de que a alguien le importe un culo. Y de que alguien me reconozca entre este marasmo de filtros que realzan, de forma tan auténtica y tan yo, todo aquello que no soy ni de coña.

-Escribiré esta indirecta que nadie entiende y que no leerá la persona a la que va dirigida, dejando claro que sigo sin ir a terapia y no me tomo los psicofármacos. Y al final pondré un «jajajaja» como queriendo decir que jajajaja. ¡Jajajaja! ¡Se van a enterar de quién soy yo! ¿hola? ¿hay alguien ahí? (cri…cri…cri…cri…)

«En el abismo,

sagradas perlas de sal

bañan altivas

los reductos

donde moran

fantasmas de nombre

impronunciable,

ya sin salvación,

muriendo sin remedio

de puro olvido.»

-¿Te encuentras bien, Mary?

-Sí, sí. Es que tenía como gases y se me ha escapao un ripio. Han debío ser los torreznos rellenos de donut.

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Así, en resumen…