Año 2024. Amanecía un nuevo día en Espancia. Porque en Espancia eran mucho de tirar la casa por la ventana y los días eran todos nuevos de paquete a estrenar. Como las compresas, las tiritas, o el papel de toilete, que normalmente son nuevas a estrenar, lo cual es un lujo muy de agradecer. Atrás quedaban las viejas rencillas y rencores, que ahora se resolvían amigablemente y con educancia:

-¡No estoy de acuerdo con esa idiotez que defiende, pardiez! Creo que me veré obligado a romperle la cara con mucho respeto. ¡Fascista de mierda!

-No se moleste. Acabo de estamparle la bota en el entrepatuelo, y a fe mía que eso ha de doler.

-Cierto es. Permítame que me doble sobre mi propio eje, no por ser descortés, ¡Líbreme Dios! Que no es sino a causa de los mismos dolores. ¡Hijoputa!

-¡Que pase un buen día y que le den mucho! ¡Rojazo!¡Asqueroso!

-Buenos días tenga usted, ¡Cabrón! ¡Comermierdas!

Espancia era ahora un país moderno que tenía condones de colores, chicles de sandía y bolsas de conguitos de marca blanca de a medio kilo. En la tele ponían anuncios de yogures para hacer caca en condiciones, y de señoras que por fin se podían vestir de bailarinas de samba porque las pérdidas de orina ya no eran un problema gracias a tenaleidi. Que nadie entendía muy bien la relación entre ambas cosas, ni que a los sesenta años les diera por vestirse de samberas por la calle, pero yo qué sé…

Desde el fallecimiento físico del caudillo, las cosas habían cambiado mucho. Como ya no podía gobernar físicamente a causa del fallecimiento, que es un factor limitante que afecta muchísimo en las cosas de la gobernancia, unos señores americanos habían metido en un disquete el programa que tenía para gobernar y lo habían subido a Internete, que eso de gobernar en la nube es una cosa la hostia de moderna. Ni teles de plasma, ni nada. Espancia era el primer país del mundo en tener un gobernante cloud: el cloudillo.

En lo del tema del himno y la bandera, al fin estaba todo el mundo de acuerdo, y ya no había polémicas ni nada. Al principio la bandera iba a ser de color blanco, como los Kleenex, pero pronto se descubrió que, además de ser muy desaboría, era poco sufrida y se ponía de roña que aquello lo había que frotar con lija y dejarlo en remojo toda la noche. Por ello se creó una comisión parlamentaria, que tras dos años de deliberaciones llegó a la brillante solución de que la bandera fuese color roña. Aquello duraba años colgao del palo y se sabía que tocaba lavarla cuando ondeaba sola sin viento ni nada. Como todavía quedaba un poco sosa, se decidió añadir un plato de patatas fritas rampante, y un perrete sacando la lengua, que eso le gusta a todo el mundo. En la esquina de abajo dejaron hueco para patrocinios, y de paso se sacaban unas perras. El primer año patrocinó la bandera «Frutas Genciano S.L.», como queriendo apoyar a la pequeña empresa. Para evitar polémicas innecesarias, el día de la fiesta nacional se celebraba en combinación con el cupón de la ONCE, y asunto resuelto.

Lo del himno ya fue algo más complejo, porque todo el mundo quería colar sus soflamas y sus ideologías de mierda en la letra. Que si la libertad, que si la patria, que si la fraternidad, que si Suiza… Una mierda todo.

Por eso finalmente se hizo un crowfounding de esos y la cosa quedó así:

7Espaaaancia, Espaaaaancia.
Espancia es la obleeeea (no se podía decir «hostia» porque ofendía a los no católicos)

Espaaaancia, Espaaaaancia
¡Es más mejor que Fraaancia!
(como queriendo simbolizar que era más mejor que Francia.Ofendía a los franceses, pero como no votan en Espancia daba igual)

¡Espancia! ¡Una!
¡Espancia! ¡Dos!
¡Espancia! ¡Libre!
¡Espancia! ¡Camisa blanca de mi esperanza!

¡Ju! ¡Ja! (aportación de Chimo Bayo)

(y luego ya la traca final que tiene que tener todo himno:)

¡Espancia, Espancia, Espanciaaaaaaaaa!
¡ZAPATO, MANUBRIO, COPÓN! 

¡CHIN! ¡PON!  (excelente aportación de Paquirrín a modo de final, como queriendo decir que chimpón)

Y así nadie discutía por mierdas. Si acaso por cosas importantes como el fúmbol o el cola cao. El tema de la música también había generado mucho debate, y encendidas polémicas que habían hecho arder las redes sociales, que estaban ya churruscadas de tanto arder por gilipolleces. Así que se decidió crear otra comisión de notables, pero como no quedaban notables crearon una de aprobadetes raspaos. Tres años y cuarenta millones de euros después, decidieron que cada cual lo cantara o cantase con la música que se le cantara o cantubiese por la parte del micrófono o de la micrófona propiamente dicha. Esto generaba muchos problemas en las competiciones deportivas internacionales, porque nadie sabía muy bien qué música poner al dar las medallas y eso. Y al final siempre ponían el Carabirubí Carabirubá del Fary o una de Raffaela Carrá, que son canciones que llevan uniendo a gente borracha durante generaciones y le gustan a todas las personas humanas que sean normales. Y encima luce mucho más que estar en el podio como un pasmarote con la mano en el corazón oyendo un himno tostón que no se puede bailar ni nada.

¡EXPLOTA EXPLOTA MESPLÓ! ¡TUPÚN!

Y echas la cabecica p’atrás que te se salen las cervicales del sitio mientras te cuelgan la medalla. Espectacular, nos ha jodío mayo.

Ande va a parar. Y por eso era.