Oye, que lo veo como solución pa’l asunto de la economía y el exceso de bilis: el estado construye una serie de recintos, naturalmente al aire libre por el asunto de la seguridad y la buena ventilación. Sin hacinamientos ni apreturas, igualico que en el metro o en el otobús. Lo del señor que iba en el ALSA tan pegao a otro que le donó un riñón sin querer es un bulo inventao por los facinerosos. Porque en el transporte público no hay hacinamiento, ni gente ni ná.

Estas infraestructuras públicas relanzarían ipsoflauto el sector de la construcción, y el de las comisiones en forma de fajos de billetacos y/o cuentas opacas (también conocidas como «cuentas oFranciscas»). Habrá gente tóxica y negativa que diga que no hay perras para esto, pero con un poco de imaginación y creatividad tiramos de tarjeta del Carrefour y que lo paguen nuestros bisnietos. No haber nacido.

En dichos recintos, la ciudadanía podrá debatir y, en su caso, dirimir sus diferencias a mano abierta todos los días de lunes a domingo en horario ininterrumpido (menos cada 29 de febrero, que así se aprovecha para pasar un poco el mocho, que la higiene es importante). Con dos cojones: ¡A tres turnos, como en las redes sociales!. Pero con la ventaja de que eso entre personal de mantenimiento, asesores, técnicos de hostiaje industrial, desarrolladores de improperios, activistas a sueldo, y el que le saca brillo a los pasamanos, ya generaría sus buenos empleos entre los colegas. Y así, el asunto del paro arreglao en un pispás. Los que no sean colegas que rasquen. Que hubieran sido colegas.

Si encima pones a trabajar siempre a los mismos en todos los turnos uno tras otro, eso que te ahorras en sueldos y en pensiones (hay que pensar en el futuro). Como si fuera en Corea del Norte, o en una empresa normal de cualquier otro sitio, vaya.

A medida que la gente vaya palmando por sobretrabajamiento vas contratando otra gente nueva. Total, será por gente… (obsérvese el sutil método de control demográfico, que así luego no se nos llena todo de chusma con ideas equivocadas por todos laos).

En estas magníficas construcciones, que naturalmente estarán dotadas de todo tipo de deficiencias y sobrecostes de última tecnología, como debe ser en cualquier obra pública que se precie, la alteradísima ciudadanía podrá dar rienda suelta a sus más bajos instintos, pero de forma controlada por el estado, como Dios manda. O como el Líder Supremo manda. Allá cada cual con sus cosas de la religión y de fe.

Porque no nos engañemos: hay que aceptar de una vez que lo del folleteo no es viable como método para aliviar tensiones. Mayormente porque, en contra de lo que aseguran los más reputados fantasmones, aquí se folla ná y menos. Lo cual es lógico con todo el papeleo que conlleva, que hay que registrar la voluntad de que ambas partes desean machihembrar ante notario, y eso da mogollón de pereza.

A ver, por aclarar las cosas para los degeneraos: no se trata de machihembrar ante la atenta mirada del notario, que bastante tiene con dar fe como para encima tener que mirar atentamente a los follantes. No. Lo que hay que hacer ante notario es manifestar la voluntad de la coyunda. A posteriori, en la fecha y hora convenida y con la debida intimidad, se ejecuta el coito como mejor proceda en derecho. O sea, como se vaya pudiendo. Como toda la puta vida, pero con papeles y una factura del notario que se funde el misterio.

No hostiante, esto sólo es válido para el mundo occidental desarrollado, claro. Mira los chinos, o los indios, que a pesar del mogollón que son con todo petao de gente hasta la bola, no se les ve nada estresaos. Claro, porque follan y procrean como los verdaderos campeones del follisque que son. Cómo será la cosa, que los chinos y los indios leen las noticias en Internet y no se alteran ni lo más mínimo. Es que no se molestan ni en comentar ná ni en cagarse en la madre de otros chinos o de otros indios en el feisbuk de los chinos y los indios. De nuevo, queda patente la importancia de salir de casa con los niveles de follisque satisfechos. Eso es más importante que los niveles de colesterol, triglicéridos y firlinduncios, o que tener el tránsito intestinal como los chorros del bífidus.

Pero centrémonos en nuestras futuras construcciones públicas para el desfogue ciudadano: ¿Que hay discrepancias entre la peña? Pues se van al Discutódromo público más próximo, sacan número para la discusión o debate concreto en el que desean ciscarse en la madre de otros debatientes, y cuando en la pantallica les salga la vez, pues salen al ruedo y empiezan a darse de hostias en to’l hocico, en el cielo la boca, o en el entrepato. Por supuesto, habiéndose rebozao previamente en gel hidroalcohólico que cada cual habrá de traerse de su casa y procurando no escupir al insultar. Civilizadamente, vaya.

En caso de empate, pues se le hace una PCR a los contendientes, y al que le salga que es gilipollas integral se le lanza con una catapulta en dirección a Francia o a Gibraltar. Lo que pille más cerca. Que se jodan y los aguanten allí. Esto, naturalmente, si las circunstancias epidemiológicas lo aconsejan. En caso contrario, a los que den positivo en gilipollismo integral se les mete en cajas de Amazon bien precintás, que eso desde dentro no se puede abrir porque no tienes acceso al sitio de meter la uña y tirar, y se guardan a la fresca en el almacén de gilipollas oportunamente previsto en cada Discutódromo, hasta que sean las Fallas, que ahí ya les vamos dando salida. Iban a durar las Fallas desde marzo hasta octubre. De 2025.

Por el contrario, a los que la PCR les salga a devolver, pues la devuelven y a partir de ese día serán tratados como héroes por el resto de la ciudadanía y se les dará un puesto de asesor, o de subsecretario, o algo de eso. Que no se necesitan estudios.

A los más válidos, durante los meses del otoño, se les dará un puesto de castañas, que eso da mucha calidez a las calles y anima mucho ¡Arreglao!

Y entonces, se nos iba a quedar un país que no lo iba a reconocer ni la madre que lo parió. Que hasta nos íbamos a poder permitir confinarnos cuando nos salga de los webos. Así, porque sí

-¿Ande va usté, Don Emilio?

-¡A confinarme un par de semanas! Que no estoy malo ni ná. Es sólo porque me se canta a mí por los webos de confinarme ¡Será por perras!

Pues oye, será. No te digo yo que no. Ni que sí.