Como hoy es San Valentín, festividad emotiva y capitalista a partes iguales donde las haya, me he dicho a mí mismo: «¡Pos voy a escribir sobre el asunto de los eufemismos, que pa mí que se habla poco de ellos!».

Claro, sin eufemismos el planeta no sería habitable porque nos habríamos extinguido a fuerza de repartirnos tochas los unos y las unas a los otros y las otras. O sea, mayormente igual que ahora, pero como con más intensidad y saña si cabe. Como si media humanidad fuera de la oposición y otra media del gobierno, o viceversa, en cuyo caso apoyarían vehementemente lo mismo que rechazan tajantemente ahora. Como es lógico, por otra parte.

Y consiguientemente, en estando extinguides y no habiendo nadie que habite, pues la cosa se torna inhabitable. Esto es de primero de habitar planetas.

Pero habrá quien se pregunte: «¿Por qué?»

Verbigracia: si tu partenaire te pregunta si esos vaqueros le hacen el cule gorde, tú no le puedes contestar con la verdad, como si fueras un maldite sádique degenerade. Esto es de primero de valorar culos de los partenaires. A ver: está claro que le hacen un culo como un Pegaso de catorce ejes. Pero no lo puedes decir así, a calzón bajao. Hay que tirar de eufemismo para mantener la paz social y tener opción de volver al machihembre o la coyunda en general alguna vez en las próximas décadas. Que no está la cosa pa bromas. Por ejemplo, una posibilidad es contestar:

-No, cari. No eres tú. Es la maldita retención de líquides ¡Debemos acabar ya con ella! ¡Abajo la retención de líquides! ¡Y la del ierrepeefe también!

Y así, con un par de cojovarios, has capeao el temporal desviando la atención hacia un enemigo imaginario, como sería el caso de la hetero-retención de líquidos opresora, que es un cuento chino, pero como de literatura china no entiendes ni tú ni nadie en el planeta, pues pasas de todo y tiras pa’lante. En el brillante ejemplo, apuntamos como culpable alternativo a la retención del ierrepeefe, que es un enemigo muy apañao que no le cae bien a nadie. A nadie normal, o que no se llame Agencia y se apellide Tributaria.

Es por eso que en la publicidad y en los envases de las cremas, ceras y cosas depilatorias habla de «eliminar el vello superfluo», y no de «A tomar por culo ese frondoso mostacho que te gastas», o «Con esto te se va a quedar el matojo como un solar recién segao». Esto es de primero de vender cosas para depilarse.

Lo que no termina uno de entender del todo, es la razón por la que se recurre a liquidos azulados para publicitar la gran eficacia de las celulosas y paños higiénicos de recoger miasmas y fluidos de la persona humana. Lo mismo va a resultar que se trata también de un eufemismo o algo. Pero vaya, que es normal que en la publicidad de los pañuelos de papel no salgan fotos de toda la mocarrada desparramándose sobre el blanco tisú. Todo el mundo sabe lo que le sale de los sitios, más o menos, y no conviene hacer ostentación de esas cosas que sólo hacen los demás.

Y es por eso que en los paquetes de Scottex sale un perrete adorable, como para desviar la atención en plan eufemismo, y no un señor de Cuenca sacándole brillo al ojal con una mano y sujetando el esmarfón con la otra. Que por otra parte sería mucho más instructivo y realista. Lo cual nos lleva a explicar por qué entre la clase política y los Líderes de la Verdad Suprema hay esa tendencia a cabrearse cuando la cruda realidad osa joderles las teorías. Que no me extraña, porque es una cosa muy molesta.

En definitiva, los eufemismos son muy necesarios y la razón de ser de que en las oficinas del paro, el cartel que hay en la puerta ponga «Oficina de empleo». Que queda como mejor aunque no se ajuste a la burda realidad ni un pelo.

Y nada, que por lo demás os veo muy bien. Que puede parecer que se trata de un eufemismo, pero no: es sólo que no uso gafas ni ná y veo estupendamente. No nos vayamos a venir arriba tampoco.