Carísimos y carísimas  hermanos y hermanas: faltando a mi promesa de escribir semanalmente por razones  personales ( es decir, por desidia y vagancia ante la realidad de «todo a cien rupias» que vivimos),  vuelvo al ataque tras veinte días de mutismo bloguero, y por ello henos aquí de nuevo y nueva reunidos y reunidas en torno y en torna a los maravillosos y maravillosas caminos y caminas de la Internet y el Interneto. Debo aclarar que de aquí en adelante usaremos el género neutro para abreviar. Para quien no esté avezado a semejantes niveles de fascismo, explicaremos que el género neutro es aquel que no tiene ni pilila ni lo otro y por tanto lo mismo sirve para un roto que para un descosido (o descosida):

Lo que me lleva a perpetrar este nuevo engendro es el hecho de que  hoy he llegado a la inteligentísima y poco vista conclusión de que nuestros políticos en general, además de ser bastante (coloquen en este paréntesis sus insultos e improperios: por ejemplo, «hijos de la gran rechingada», u otros),  no son nada originales. Lo juro por Carmen Sevilla.  Decía la cancioncilla aquella algo así como «no me llames Dolores, llámame Lola» y ahora el inefable terrateniente progre Alfredo, alias  «pe punto» Rubalcaba, aquel que exigía que le llamasen simplemente «Alfredo» porque él lo vale y lo dice en su DNI, ahora exige que le llamen «Señor Rubalcaba» por aquello del respeto, que tenía yo entendido que es una cosa muy facha y cavernícola. No deja de ser llamativo, teniendo en cuenta que todo el mundo, incluido él mismo,  llama «Zapatero» a Zapatero o «Rajoy» a Rajoy, cosa bastante lógica y elemental por otra parte. Debe ser que las formas hay que mantenerlas dependiendo de si quien habla soy yo o los otros. Vamos, digo yo…

Piensen en lo triste que sería si la prensa y los medios diversos hablasen del «Señor Alfredo», el «Señor José Luis» y el «Señor Mariano», porque dan ganas de terminar la frase con un «pónganse la mantita por las rodillas que está fresco y echen unas manitas al mus con cuidado no se les vaya a salir la sonda de la uretra». Así, como es lógico, la política nacional no resultaría seria. Y de otra manera tampoco, pero eso ya es harina de otro costal y comisión de otro Diputado o concejal de medio pelo. También cabría la posibilidad de dirigirse a él  respetuosamente que lo flipas, como «Señor Pe Punto«, que sería bastante molón, aunque esto ya sería un debate diferente.

Y qué podemos decir, sufridos conciudadanos, de la despedida de nuestros ilustres Diputados, a los que ya se les termina el recreo hasta dentro de un par de meses largos y deben meterse en la durísima pugna electoral que se les avecina, y que les vamos a pagar a tocateja entre todos – ¡Los muy cabrones… !

Todos se han despedido  de sus amiguitos del cole sufriendo mucho y deseando que «los que lo están pasando mal ante la crisis económica» salgan de tan penosa situación, y tal y Pascual. Lo acongojante  de la cuestión es que toda esta caterva de individuos con tratamiento de «Excelentísimos Señores» o «Señorías» y sueldos venusianos, por aplicación del principio elemental  «Tanta culpa tiene el que mata la vaca como el que amarra la pata», son responsables directos del lodazal en el que nadamos, por bailarle el agua a la Banca, a los mercados y a la prima segunda del lucero del alba que pasaba por allí. Ni más ni menos, como dirían «Los Chichos». Y aún se permiten el lujo de decirnos lo que debemos hacer, decir o pensar…

Y es que ya tradicionalmente los grandes éxitos siempre venían de los Rolling Stones, de los Beatles, de Michael Jackson, o de Marifé de Triana. Al parecer ahora los grupos de moda que arrasan en las pistas son      Standard & Poor’s, o  Moody’s con sus superhits «Ven que te califico la deuda, Papito» ,   «Te ví a meter una subprime que te avío pa los restos» o «Vaselina for your orto, worker de mierda». Es acojonante. Al parecer todo se reduce a lo que digan o dejen de decir «los mercados financieros», que ni Dios sabe quienes son exactamente, pero al parecer tienen tanto mando que el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial se van por las patas abajo cada vez que les mentan a la bicha. 


Reconozco que soy muy cortito y que voy tan justo que apenas tengo «pa» pasar la tarde, y por ello agradeceré que alguien me lo explique porque no acabo de verlo. 


Eso sí: entre tanto  seguiremos dándonos palos  entre nosotros, defendiendo siglas políticas que sólo representan a los que viven de ellas y así todos contentos. Unos progres, otros fachas y otros primos de Zumosol. Lo de «divide y vencerás» sigue vigente amiguitos, y mientras tanto «Los Mercados» y «La Banca» seguirán los primeros en la lista de  Los Cuarenta Principales, y sus Señorías seguirán sirviendo al mejor postor. 


Para mí tengo que el que diga que nuestra civilización no es una mierda pinchada en un palo, miente como un bellaco. Claro que las civilizaciones anteriores no eran mucho mejores, aunque a su favor hay que decir que no tenían ni la LOGSE ni el Plan Bolonia.


Mientras tanto nosotros a lo nuestro, que es escupirnos directamente a la niña de los ojos. Ya romperá por donde tenga que romper, que torres más altas cayeron. Y seguiremos sobreviviendo a este estercolero colgándonos del «Sálvame» y productos de similar pelaje intelectual y ético. 


Yo me quedo con aquella frase de Groucho Marx que decía:


 «Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cinco años!»


Nos vemos en breve ( o incluso en breva).