Lunes: Sol. Jo, qué bien. Me he quemau la puntica las orejas. El resto bien. Bien calcinao.
Quemaduras de tercer grado. He dormido levitando.

Martes: Sol. Joerrr qué calor. Esto no puede acabar bien. Es como si las hemorroides se deshidrataran. En la playa, tres estudiantes de medicina se han aprendido los músculos de mi espalda, que los tengo mayormente al aire. Veinte euros que me he ganao.

Miércoles: lluvia y espaguetis con tomate. He salido sin paraguas. El agua cuando me toca hace «pshhhhhhhh» Me contratan en un gimnasio. De sauna.

Jueves: nubes claros y porros. Truenos y centollos. Cambio de sexo. Me se despelleja el careto. Soy Leticia Sabater. ¿A qué huelen las nubes? Pos te asomas a la ventana y las hueles tú misma, cretina.

Viernes: ¿Acaso nubes que llueve? ¡No me patates la cucharilla, que te exantematizo de una hostia! Granizada de limón. Se produce un argayo en el portal. Llueven gotas de amor. Encima de tiempo mierder, moñas.

Sábado: pos creo que me viá comer un unicornio. De postre, circuncisión con martillo y lanzamiento de prepucio. Me se ha caído ya toda la piel. Soy como robocó, pero diseccionao. Se me ha enganchao la vena aorta en la portilla. Llueve pero poco. Tsunami.

Domingo: la corneta jamás alunizará en el mar de la entropía. Creo que agüanbabuluba. Juan Luis Guerra está en mi puerta en actitud expectante. Parece que va a llover café. Efectivamente llueve café, pero de sobre. Mierda de vida.

Y hasta aquí la predicción del tiempo.