Me tienen caído condenas más gordas por devorvé los libros tarde en la biblioteca. Y encima los libros los hay que devolver igual. Voto por de poné a los bibliotecarios a dictar sentencias. Esos sí que son inflexibles y no se andan con medias tintas ni pierden los papeles porque van cosidos y pegaos al libro. Son unos fieras.

Entras acojonao a la biblioteca, que te mira todo el mundo con cara de: «¡Oioioioioi! ¡Este trae los libros caducaos! ¡Delincuente!…» La gente se aparta a tu paso. Eres lo peor.

Tiras pal mostrador de devolver y te da como un arranque y sigues de frente. Como arronchando en espera de lo inevitable, te haces un Zetapé negando la mayor:

-¡Eh! ¡El que arroncha! ¡Que te tengo calao! Esos libros son de devolver hace… snif snif… cuatro días por lo menos a juzgar por la peste que echan. ¡Ven acá! ¿Tengo que ir a buscate?

-Lo… los libros no son de na… nadie, salvo del vi…viento. ¡Ay omá! Joer, ahora sí que me la he cargao…

Y entonces ya sabes lo que sintió Juana de Arco cuando la iban a sofreír o Paquirrín el día que le dieron un violín. En to’l gaznate que se metió el clavijero er hioputa, que ya es difícil. Si llega a ser un contrabajo se hace una traqueotomía sinfónica.
Eso es un trago que no se le recomiendo a nadie. Es peor que el zumo de sandía del hacendado ¿A quién engañan con eso? Si sabe a jarabe de pa expectorar los escupitajos.

El servicio de seguridad de la biblioteca se acerca pausadamente cortándote el paso. El señor jubilao que se apalanca pa él sólo la Nueva España de 9 a 14 horas te mira por encima de las antiparras con cara de estar juzgándote. Jo, qué careto se gasta el payo. El del mostrador de devolver tiene como cara de médico alemán tarao de los años 40. ¿Po… por qué sonríe con esa cara? ¡Se ha puesto una gorra de las SS!. La has cagao. Es la gorra de castigao «Sin Sacar».

Abren los libros por la página de la pegatina del código barras ¡Pip! Uno… ¡Pip! dos… ¡Pip pip! ¡Hurra! Con el IVA son siete días tarde. Te quieres morir. Mira pal señor del periódico a ver sI hay manera. Oye, ni así. El de seguridad echa mano de las esposas pa llevarte al calabozo de la biblioteca, que eso es una crueldad. Sólo tienen libros de eso de amor de mozas que suspiran por un cretino. Hay etiquetas de champuses más emocionantes.

El de la biblioteca te pone una estrella roja en la solapa. A tomar por saco. Al gueto que te vas.

-¿Puedo hacer una llamada? ¡Tengo derecho!

-Eso es en las comisarías de los yankis, so fantasma. Hay que leer más y devolver los libros antes. ¡MUA HA HA HA HA HAAAAAA!

Joer, a partir de ahora ná de bibliotecas. Mehón algo de trincar euros, que eso se conoce que no se devuelve.

En la calabozoteca me encuentro con el vecino coñazo del quinto. Dos meses le han caído. ¡Con lo gilipollas que se pone en las juntas de vecinos! ¡Míralo! ¡Tanto bombo y tanto pisto que se daba porque trabaja en un banco! Jejejeje ¡Pringao! El muy cabrón ha organizao un maratón de poesía patibularia obligatoria. Es el alma del cotarro. Si quieres cualquier cosa hay que pasar por él antes. Nunca debí ponerme en su contra en la última junta.

-¡Hola vecino! Sigo sin tener mi parabólica en la ventana de la cocina. Y es por culpa de alguien… Acércate. Serás mi efebo.

-¡Señor policía de Prosegur! ¡Sáqueme de aquí!

-¡Calla, convicto! ¡Mal ciudadano! ¡Indevolvedor!

A mi mujer le he dicho que estoy en una convención. 80 pavos me ha cobrao el capo por llamar. Es muy cariñosote. Con lo cabrón que es en las juntas…

Lo de la cultura es muy arriesgao, copón!