-Mary, aquí hay un señor inquietante con bigote que pregunta por tí. Mas no temas, pues a fe mía que aun siendo rival de gran porte y rostro asaz espantable, no permitiré que mancille el sagrado umbral de nuestra morada. ¡En guardia, hideputa!

-¡Paco, deja en paz ya a mi madre!

-¡Date preso, ser del averno! ¡Vive Dios que habrás de pagar cara tal felonía! De dos que somos uno solo habrá de quedar, que de tal lance llevo fe cierta en el bolso de la saya. ¡Fargallón! ¡Estrafalario!

-¡QUE DEJES PASAR A MI MADRE, QUE VIENE A QUEDARSE UNOS DÍAS!

-¡Pesia tal! ¡Jamás se viere mayor deshonra ni aflicción que envainar el hierro ante tal engendro sin habelle dado a probar de las carnes suyas que en tanta abundancia ha!

-¡DEJA DE HACER EL IMBÉCIL CON EL PLUMERO, QUE TE DOY DOS HOSTIAS!

-Cagüen…